El ocho de febrero de este año el Hospital Salvatierra, de la ciudad de la Paz cumplió ciento veinte años de su fundación y con ese motivo realizaron una serie de actividades en el edificio. Me invitaron a participar con una exposición de fotografías que, debo confesar no había realizado. Después de pensar cual sería un tema que a los médicos les interesaría decidí que un espacio familiar a todos los médicos es el quirófano, y pedí permiso para tomar las fotos durante una operación. Ya podrán imaginar la cara de asombro que ponían, porque no podían imaginar que clase de fotografías tomaría para una exposición y mayor fue el asombro cuando vieron las fotos colgadas.
Presentación
Presentación
En otros tiempos, en otras latitudes, la salud era un tema netamente espiritual. Luego, sobre todo a partir del Renacimiento y especialmente en la edad moderna, a pesar de o paradójicamente gracias a artistas-científicos como Leonardo Da Vinci, la ciencia tomó sus caminos y el arte otros. Debajo de esta dicotomía, no obstante, subsiste un hecho incontestable: la desnudez del hombre frente a su destino y sobre todo ante la enfermedad lo enfrentan una y mil veces con la noción de lo sagrado.
El cuerpo sigue siendo un templo en donde oramos, desde cualquier fe o descreimiento, por que resida la calma, la armonía; esa salud que los antiguos, pero también la medicina más avanzada, consideran reflejo de cuidadosos y precarios equilibrios no sólo físicos sino también y antes que todo, anímicos. Ánima: palabra latina que significa alma, esencia.
A su vez, la palabra quirófano se forma por las voces griegas kheir (mano) y phaino (mostrar), dando como resultado que el quirófano es el lugar donde se observa la intervención del médico en el paciente, con una finalidad que sólo puede ser redentora: la sanación, el combate contra el mal (en francés enfermedad se dice maladie) o la restauración del equilibrio: oscilación incesante entre la vida y la muerte.
Más allá de la gran calidad técnica de estas fotografías electrónicamente manipuladas (“cirujeadas”) y depuradas hasta un punto donde el acto quirúrgico en sí, la práctica médica, nos provoca inesperados efectos estéticos, la propuesta de Aníbal Angulo constituye una emotiva y justiciera resignificación-homenaje: el oficiante de la medicina es a su manera un artista, un artesano especializado en cuyas manos obra la capacidad y el deseo de producir sino la Belleza, ni la Verdad, el Bien (recordemos la identidad platónica y luego cristiana entre Verdad-Bien-Belleza, o el famoso poema de Keats: Belleza es Verdad, Verdad es Belleza; eso es todo lo que sé y todo lo que necesito saber
Leonardo Varela
Tu creatividad anda desatada. Abrazos.
ResponderEliminarVUELVO A DECIRLO....EXCELENTE VIAJE CREATIVO!
ResponderEliminarFELICIDADES MI ANIBAL!